Ese pequeño punto azul pálido.

martes, 29 de julio de 2014

INTELIGENCIA VISUAL-ESPACIAL


INTELIGENCIA VISUAL-ESPACIAL.

Howard Gardner formuló y desarrolló la teoría de las Inteligencias Múltiples.

Nació en Scranton, Pensilvania en el año1943. Estudió en la Universidad de Harvard  y se doctoró en Psicología Social (1971).  Posteriormente inició su carrera docente que le llevaría a formar parte de la Universidad de Harvard como titular de la cátedra de Cognición y Educación y como profesor adjunto de Psicología.

 En 1970, un año antes de doctorarse, se convirtió en codirector del Proyecto Zero, un grupo de investigación creado en 1967 por la Escuela Superior de Educación de Harvard cuyo objeto de estudio eran los procesos de aprendizaje de niños y adultos. Los trabajos de investigación de Howard Gardner, que acabarían propiciando cambios significativos en los modelos educativos, le llevaron a la conclusión de que la inteligencia no se reduce sólo a la capacidad de solucionar las cuestiones abstractas, como habitualmente tiende a creerse, sino que se compone de varias facetas que interactúan entre sí, aunque cada una de ellas se adapte específicamente a las diversas situaciones que el individuo aborda a lo largo de su vida.

 Garnerd amplía el campo de lo que es la inteligencia y plantea que la brillantez académica no lo es todo. A la hora de desenvolverse en la vida no basta con tener un gran expediente académico. Hay gente de gran capacidad intelectual pero incapaz de, por ejemplo, elegir bien a sus amigos; por el contrario, hay gente menos brillante en el colegio que triunfa en el mundo de los negocios o en su vida privada. Triunfar en los negocios, o en los deportes, requiere ser inteligente, pero en cada campo se utiliza un tipo de inteligencia distinto; ni mejor ni peor, pero sí distinto. Dicho de otro modo: Hawking no es más ni menos inteligente que Rafael Nadal, simplemente sus inteligencias pertenecen a campos diferentes.

 Define la inteligencia como una habilidad. Hasta hace muy poco tiempo la inteligencia se consideraba algo solamente innato. Se nacía inteligente o no, y la educación no podía cambiar ese hecho (en el sentido de aprovechar más o menos la parte innata). Tanto es así, que, en épocas muy próximas, a los deficientes psíquicos no se les  educaba, porque se consideraba que era un esfuerzo inútil, cuando en realidad existe tanto la parte innata (genética) como la parte adquirida (mayor o menor provecho de la parte innata a lo largo de la vida).

Todos los seres humanos son capaces de conocer el mundo de, al menos, ocho modos diferentes. Según el análisis de las  inteligencias  propuestas por H. G., todos somos capaces de hacerlo a través del lenguaje, del análisis lógico-matemático, de la representación espacial, del pensamiento musical, del uso del cuerpo para resolver problemas o hacer cosas, de una comprensión de los demás individuos y de una comprensión de nosotros mismos. Donde los individuos se diferencian es en la intensidad de estas inteligencias y en las formas en que se recurre a ellas y se las combina para llevar a cabo diferentes labores, para solucionar diversos problemas y progresar en distintos ámbitos.

Las ocho inteligencias descritas por Gardner son:

Inteligencia verbal-lingüística.
Inteligencia lógico-matemática.
Inteligencia corporal-kinestésica.
Inteligencia naturalista.
Inteligencia visual-espacial.
Inteligencia musical-rítmica.
Inteligencia intrapersonal.
Inteligencia interpersonal.

Últimamente ha comenzado a describir un noveno tipo de inteligencia, la espiritual.

El supuesto básico es que todos poseemos cada una de las inteligencias pero diferimos en el grado en que se manifiestan y desarrollan. Se debe  a dos factores ya nombrados anteriormente: La herencia y el ambiente. Por tanto la riqueza de las experiencias educativas es esencial para el desarrollo y configuración de intereses y habilidades de cada persona. La inteligencia de los seres humanos tiene tres características que no deben olvidarse en la enseñanza: Interactiva, dinámica y moldeable.

Estadísticamente se ha cuantificado cómo aprendemos y este es el resultado:

·        El 10%, lo aprendemos de lo que leemos.
·        El 20%,  de lo que oímos.
·        El 30%,  de lo que vemos.
·        El 50%,  de lo que vemos y oímos simultáneamente.
·        El 70%,  de lo que discutimos con otros.
·        El 80%,  de lo que experimentamos personalmente.
·        El 95%,  de lo que enseñamos a otros.

Vamos a centrarnos en la Inteligencia Visual- Espacial.

El sentido de la vista es de los primeros en desarrollarse. Antes de que pronunciemos las primeras sílabas, antes de aprender a hablar, vemos. Aprendemos a reconocer personas, cosas y procesamos imágenes a las que posteriormente y con ayuda del sentido auditivo, nombramos.

Los mensajes visuales son los primeros que interpretamos. Podemos reconocer lugares, objetos o personas aunque hayamos olvidado su nombre, por sus imágenes. Llegan rápidamente al cerebro y son recordados.
La Inteligencia Espacial- Visual se define como la capacidad para reconocer y elaborar imágenes visuales, distinguir a través de la vista rasgos específicos de los objetos, creación de imágenes mentales, razonamientos acerca del espacio y sus dimensiones, manejo y reproducción de imágenes externas o internas…Se piensa en imágenes tridimensionales y se transforma la experiencia visual a través de la imaginación.

Se define estilo de aprendizaje como el modo en que cada persona que aprende comienza a concentrarse, procesar y retener la información nueva y que presenta dificultad.

Los estilos de aprendizaje son:

-        Kinestésico-Táctil
-        Auditivo
-        Y Visual.

Cuando aprendemos todos nuestros sentidos están alerta, pero es típico que unos sean más efectivos que otros a la hora de filtrar, retener y procesar la información.

Quienes poseen una Inteligencia Espacial-Visual bien desarrollada presentan un estilo de aprendizaje fundamentalmente visual, es decir: Observan, visualizan, contemplan…siendo más sencillo así el proceso de entender  y retener información.

 Algunas características que suelen estar presentes  en estas personas:

-        Aprenden por medio de la vista y la observación. Reconocen con facilidad caras, objetos, formas, colores, detalles y escenas.
-        Piensan en términos gráficos.
-        Aprenden más eficazmente mediante gráficos, tablas, esquemas, mapas y diagramas.
-        Disfrutan dibujando lo que deben aprender, pintando, esculpiendo, modelando.
-        Les gusta construir objetos tridimensionales, elaborando modelos de los objetos a estudiar.
-        Pueden ver los objetos desde nuevas perspectivas.
-        Diseñan representaciones visuales.

En la enseñanza se pueden utilizar diversas estrategias para trabajar este tipo de inteligencia:

·        Imaginación activa: Encontrar conexiones entre diseños visuales y experiencias o conocimientos ya adquiridos: Reconocer una época histórica por una imagen de objetos cotidianos, averiguar una clase  de planta (Angiosperma o Gimnosperma) al verla en el campo o en una fotografía, etc.

·        Dibujar: Crear gráficos representativos de conceptos, ideas o procesos que se están estudiando (diagramas de flujo, ilustraciones…). Por ejemplo crear un diagrama de flujo sobre el Romanticismo o la materia, realizar un cómic sobre el proceso de infección de un virus, etc.

·        Collage: Diseñar una colección de imágenes para mostrar diferentes aspectos o dimensiones de una idea, concepto o proceso. Puede ser, por ejemplo, realizas un collage sobre los niveles de organización biológica en un ecosistema o sobre las distintas razas o la distribución geográfica del género Homo, la Literatura Griega y Latina, las Matemáticas en el Renacimiento…

·        Pintar: Utilizar lápices de colores o marcadores para expresar la comprensión de ideas, conceptos o procesos. Crear murales sobre temas de las diversas materias utilizando diagramas, mapas conceptuales, fotografías, ilustraciones etc.
·        Simular-fantasear: Crear escenarios divertidos en la mente basados en una información o unos datos y dibujarlos ¿Cómo sería la Tierra si….? ¿Qué habría ocurrido si…?

·        Modelar: Crear modelos de plastilina o de arcilla o de otro material para plasmar el conocimiento de conceptos, ideas o procesos. Realizar células de plastilina diferenciando los tipos que existen, construir instrumentos musicales sencillos, modelar columnas de los órdenes arquitectónicos griegos,  formar figuras geométricas, etc.

 Por lo tanto las personas aprenden, representan y utilizan el saber de muchos y diferentes modos. Estas diferencias desafían al sistema educativo que supone que todo el mundo puede aprender las mismas materias del mismo modo y que basta con una medida uniforme y universal para poner a prueba el aprendizaje de los alumnos.

Carmen Fabre.
Bibliografía.

INTELIGENCIAS MÚLTIPLES: LA TEORÍA EN LA PRÁCTICA. HOWARD GARDNER, PAIDÓS IBÉRICA, 2005.

LAS INTELIGENCIAS MÚLTIPLES EN EL AULA. THOMAS ARMSTRONG, MANANTIAL.


Experiencia personal.






jueves, 6 de febrero de 2014

EL NÚMERO PHI



El número “Phi”, “Divina Proporción” y la interrelación con el pentáculo o pentagrama, las líneas que lo representan se dividen automáticamente en segmentos y la razón de todos ellos equivale a 1,618, es decir, “Phi”. Por esto, el pentáculo se ha convertido en el símbolo histórico por antonomasia de la “Divina Proporción”, signo de la belleza y la armonía ligado a la Diosa y la divinidad femenina.

Vaya por adelantado que los símbolos siempre han acompañado a la humanidad, desde los tiempos más remotos hasta la actualidad. Su intenso uso no debe ocultar, sin embargo, que cuentan con la importante dificultad de su interpretación. De hecho, pretender mostrar a alguien lo que un determinado símbolo significa es tanto como aspirar a enseñarle que debería sentir al escuchar una sinfonía o al leer un poema. En última instancia, un símbolo representa algo diferente para cada uno. Con todo, los símbolos han desempeñado históricamente y juegan hoy un notable papel.

Entre los distintos símbolos heredados de antiquísimas culturas, el pentáculo merece una especial atención. Muy anterior al cristianismo y a la mayoría de las religiones, se encuentra directamente enlazado con el culto a la Naturaleza y el principio hermético de género. Proviene de una época en la que la humanidad dividía el mundo en dos grandes mitades: la femenina y la masculina. Sus dioses y diosas actuaban para mantener el equilibrio de poder. Si se alcanzaba el equilibrio entre lo masculino y lo femenino -el “yin” y el “yang”-, la armonía reinaba en el mundo; en caso contrario, dominaba el caos. En este contexto, el pentáculo representa a la diosa del amor sexual femenino y, por lo mismo, la mitad femenina de todas las cosas, esto es, la “divinidad femenina” o “venus divina” estudiada como concepto por los historiadores de la religión.

Para entenderlo mejor, hay que tener en cuenta que, hace miles de años, el ser humano creía en el orden divino de la Naturaleza. Por ello, el planeta Venus y la diosa de igual nombre conformaban una identidad. La diosa Venus -denominada, igualmente, La Estrella de Oriente, Ishtar, Astarte,...- ocupaba, así, un lugar en la bóveda celeste y estaba ligada al gran poder femenino y sus vínculos con la Naturaleza y la Madre Tierra.

La elección del pentáculo para denotar ese poder y tales vínculos no es fruto de la casualidad. Se basa en la estrecha asociación gráfica existente entre el signo y el planeta: Venus, en su desplazamiento cósmico, traza, precisamente, un pentáculo imperfecto cada ocho años. Los astrónomos y sabios de la antigüedad conocieron este hecho y convirtieron a Venus y su pentáculo en símbolos de perfección y belleza y síntesis de las propiedades cíclicas del amor sexual.

Por otra parte, los orígenes y el verdadero significado del pentáculo son completamente ajenos a su utilización en ritos satánicos. Esta circunstancia es consecuencia de la distorsión sobre sus connotaciones a lo largo de los siglos. Distorsión en absoluto casual y motivada, en lo fundamental, en el empeño que la Iglesia católica en borrar y desprestigiar todo los vestigios de las creencias que la precedieron. Desde su nacimiento, la Iglesia romana se marcó la estrategia de relacionar con el mal la globalidad de los signos y dioses y diosas antiguos, diluyendo sus fidedignas referencias. Fue así como se alteró el significado del pentáculo, del mismo modo, por poner otro ejemplo, que el famoso tridente de Poseidón se transfiguró en atributo del demonio.

A este respecto, resulta curioso constatar como también el término “pagano” se usa hoy frecuentemente con relación tanto al ateísmo como a prácticas satánicas. Mas tampoco se corresponde con la procedencia de la palabra, que proviene del latín “paganus” y cuyo tenor literal es “habitante del campo”. Una condición que, entre otras cosas, estaba ligada al mantenimiento de los antiguos cultos rurales relacionados con la naturaleza y extraños al apostolado acometido por los católicos. Por ello, la Iglesia los trataba con desprecio, lo que también tuvo su reflejo lingüístico en el uso peyorativo de la expresión villano -habitante de la villa, del núcleo rural-.

En la cultura moderna han desaparecido casi la totalidad de las asociaciones entre Venus y la unión masculino-femenina. Pero no todas. Valga como botón de muestra la palabra venéreo. O el plazo -cada cuatro años- de celebración de las Olimpiadas, un tributo de la antigua Grecia a la magia de Venus y a su ciclo cósmico. Aún más, el pentáculo estuvo a punto de convertirse en el emblema oficial olímpico, pero fue sustituido por un círculo (aro), al entender los que tomaron la decisión que refleja mejor el espíritu olímpico de unión y armonía. La idea inicial fue ir añadiendo un nuevo aro por cada nueva edición de las olimpiadas. No obstante, el influjo del pentáculo y sus cinco puntas volvió a manifestarse cuando se abandonó este criterio y se adoptó el famoso emblema de los cinco anillos.Hasta la próxima semana y Feliz Nuevo Ciclo Cósmico para todos....

Migdalia Garcia Machado blog Reflexiones Cuánticas.

sábado, 9 de marzo de 2013

¿QUIERES QUE UN FÍSICO HABLE EN TU FUNERAL?


.“Quieres que un físico hable en tu funeral. Quieres que le hable a tu familia que sufre, acerca de la conservación de la energía, para que puedan entender que tu energía no ha muerto. Quieres que el físico le recuerde a tu madre desvastada, acerca de la primera ley de la Termodinámica: Que no hay una energía que se cree en el universo, ni tampoco una que se destruya. Quieres que tu madre sepa que toda tu energía, cada vibración, cada  unidad de calor y onda energética de cada particula de su hijo amado se mantiene con ella en este mundo.

Quieres que el físico le cuente a tu padre, que dentro de la energía del cosmos, fuiste lo mejor que podías ser.

Y en algún momento te gustaría, que el físico bajara del púlpito y se acercara a tu esposa y le dijera que todos los fotones que alguna vez salieron de tu cara en una danza, todas las partículas cuyos caminos fueron interrumpidos por tu sonrisa, por el tacto de tu pelo, ciento de trillones de partículas, se han disparado como niños, sus formas cambiadas para siempre por ti.

Y mientras tu viuda se consuela en los brazos de algún ser amado, ojalá que el físico pueda recordarle que esos fotones que salieron de tu cara, fueron recogidos en el detector de partículas que son sus ojos, y que esos fotones creados en constelaciones de neuronas cargadas electromagnéticamente, seguirán ahí para siempre. 

Y el físico recordará a la gente ahí reunida, cuánto de toda nuestra energía  se transmite en calor. Y les dirá que ese calor que salió de ti en vida, sigue estando allí, sigue siendo parte de todo lo que somos, incluso en los que estamos sufriendo tu partida, para seguir después, en el calor de nuestras propias vidas.

Y vas a querer que el físico le explique a los que te quisieron que todo esto no es cuestión de fe, sino algo que se puede medir. Que los científicos han podido medir con precision la conservación de energía y comprobaron que es  precisa, consistente y verificable, a través del espacio y del tiempo.

Entonces desearás que tu familia examine la evidencia y quede satisfecha con esto que ha probado la ciencia, para quedar reconfortada en la certeza de que tu energía todavía está aquí.

De acuerdo a la ley de la conservación de la energía, nada de ti se ha ido.

Es simplemente es que estás de manera menos ordenada. . .."

AARON FREEMAN

lunes, 4 de febrero de 2013

SOMOS HIJOS DE LA LLUVIA.



SOMOS HIJOS DE LA LLUVIA.
Existimos en una minúscula, delgadísima lámina de realidad entre el abismo abrasador y el cosmos helado: la biosfera terrestre. Resulta difícil enfatizar lo muy pequeño y estrecho que es este lugar: apenas se extiende desde un poco por debajo del fondo de los océanos hasta la zona alta de la estratosfera. En un universo de miles de millones de años-luz, en un planeta con casi trece mil kilómetros de diámetro, eso son sólo cincuenta mil metros, paso arriba, paso abajo.

Todo lo que somos, casi todo lo que amamos, existe en esa estrechísima franja vertical de cincuenta kilómetros. Como de Madrid a Aranjuez. O de Barcelona a Manresa. O de Buenos Aires a Colonia Sacramento. O de Valencia a Burriana. Si fuera horizontal, se podría recorrer de punta a punta con el metro. O con el cercanías.

Nuestra historia comenzó con la lluvia. Fue el día en que en la Tierra comenzó a llover los gases producidos durante su formación cuando se sentaron las bases de la vida. De manera muy destacada, un gas relativamente común en el universo que se vuelve líquido por debajo de 100 ºC de temperatura: el agua, resultado de la combinación entre el hidrógeno y el oxígeno. El hidrógeno (específicamente el hidrógeno-1) es el elemento más común de este universo, y la inmensa mayor parte de la materia que se generó durante el Big Bang. Después viene el helio, que es un gas noble y apenas reacciona con otras cosas. Y a continuación el oxígeno (oxígeno-16): el tercero más común de nuestra galaxia. Esta abundancia de hidrógeno y oxígeno, que se combinan fácilmente en forma de H2O, hacen que el agua sea frecuente en nuestro sistema solar y en todas partes en general. Es agua entre el 55% y el 78% de lo que eres, soy, somos.

Así pues, conforme la temperatura del planeta fue descendiendo después de la formación del sistema solar, el vapor de agua alrededor de la Tierra pasó a estado líquido y comenzó a llover. Las depresiones y simas empezaron a llenarse de agua, formando ríos y mares y océanos. Así comenzó nuestra historia.
Pues el agua presenta muchas otras propiedades interesantes, y la más importante de ellas para la vida es su cualidad de disolvente universal a temperaturas planetarias bastante típicas y compatibles con la química del carbono (que es el cuarto elemento más corriente del universo). Son muchos los átomos y moléculas que se dispersan fácilmente por el seno del agua, permitiendo su fácil contacto, interacción y combinación. Así fueron surgiendo en la Tierra (y es de presumir que en muchos otros lugares) moléculas cada vez más complejas.

Entre estas moléculas se encuentran los aminoácidos. Un aminoácido no es mucho más que un átomo de nitrógeno (el séptimo más corriente de la galaxia) y otro de hidrógeno (el más común) enlazados químicamente con oxígeno (el tercero más habitual), carbono (el sexto) y una cantidad variable de átomos menos frecuentes, pero aún así abundantes. Nada fuera de lo ordinario, como vemos: son sólo combinaciones químicas vulgares de los elementos más comunes en nuestro universo, nuestra galaxia y nuestro sistema solar, muy facilitada por hallarse disueltos en el agua líquida de los mares terrestres (y seguramente de muchos más sitios). Glicina, alanina, triptófano, cosas así de sencillas. En las cercanías de los volcanes submarinos, al haber más temperatura y movimiento, estas reacciones se producen de manera extensiva y acelerada; pero en general suceden por todas partes.

Los aminoácidos, con el paso del tiempo, se recombinan a su vez en cadenas de átomos más largas y complejas, que llamamos proteínas. No son especialmente complicadas: sólo largas tiras de aminoácidos enganchados químicamente. Si siguen reaccionando y combinándose durante más tiempo (hablamos de cientos de millones de años), algunas de estas proteínas terminan formando cadenas enormes, muy liosas y relativamente inestables por su misma complejidad. Se rompen con facilidad, a lo largo de sus uniones químicas menos estables. Entonces, los fragmentos desestabilizados tienden a atraer nuevos átomos de esos tan corrientes, con el resultado de formar cadenas nuevas con una forma parecida a la anterior. Una y otra vez.

Eso son ya reacciones biológicas. Eso es la vida.

La vida no son más que estas cadenas moleculares de átomos corrientes en la galaxia rompiéndose y reproduciéndose a sí mismas continuamente dentro de un entorno de agua común. Con el paso del tiempo (más cientos de millones de años) se van volviendo más y más complicadas, estableciendo nuevos tipos de uniones y combinaciones, hasta formar células, seres pluricelulares, plantas, animales, tú y yo y nosotros.

A lo largo de los eones, estas cadenas de átomos corrientes han ido recogiendo por ahí otros más raros (pero aún así, nada infrecuentes). Tu cuerpo y el mío están así formados de los muy vulgares oxígeno (65%), carbono (18%), hidrógeno (10%) y nitrógeno (3%); la mayor parte, en forma de agua (hidrógeno + oxígeno) y bases aminoácidas (nitrógeno, hidrógeno, oxígeno, carbono). El resto de las cosas que hemos ido pillando por ahí a lo largo de la larguísima historia de la vida son calcio (1,5%), fósforo (1,2%), potasio (0,25%), azufre (0,25%), cloro (0,15%), sodio (0,15%), magnesio (0,05%), hierro (0,006%), flúor (0,0037%) y otros cuantos más en cantidades marginales, hasta un total de sesenta elementos sobre los aproximadamente cien que se dan de forma natural en el universo, en la galaxia y en el sistema solar.

En la historia de la vida, las invaginaciones en el abdomen inferior de los seres pluricelulares son muy anteriores a las proyecciones. Cuando esta historia se reproduce en el desarrollo embrionario, como vimos en el post anterior, ocurre lo mismo (¿te has fijado alguna vez en esa especie de costurón o cicatriz que hay a lo largo de los genitales de los chicos, por la parte de abajo? Se llama el rafe, y no es otra cosa que el cierre de la invaginación primigenia –no muy fino; un buen cirujano lo haría mejor–). Como todos tuvimos raja antes que ninguna otra cosa (en la historia de la vida y en nuestra historia personal), y pudimos surgir porque empezó a llover, a mí me gusta decir que todos y todas somos hijos de la lluvia.

Cada vez que nos empapemos de lluvia...

fuente: La pizarra de Yuri

jueves, 27 de diciembre de 2012

LA DURACIÓN DEL TIEMPO.



Uno de los libros que, a casi todos los que estudiamos Biología nos ha influido, es “El Pulgar del Panda” de Stephen Jay Gould. En él se explica que el tiempo que vivimos los mamíferos viene  marcado por el reloj de los cardiomiocitos, las células musculares del corazón, desde que comienzan su contracción rítmica en el estado embrionario. Unas ecuaciones matemáticas revelan que la frecuencia cardíaca y el tamaño del cuerpo se relacionan inversamente, es decir, animales pequeños con una frecuencia cardíaca alta viven menos que animales grandes que presentan una frecuencia cardíaca más lenta. En esencia, vivimos lo que marcan nuestros corazones, teniendo en cuenta, claro está, únicamente este factor. Afortunadamente en el caso del ser humano no es así. Un animal de tamaño parecido al nuestro vive alrededor de treinta años y nosotros, en la mayoría de los casos, bastante más.

Pero el concepto de la duración del tiempo, la percepción del paso del tiempo es diferente en uno mismo según el momento de la vida en que estemos y distinto de unas personas a otras.

Hay periodos en las que el tiempo parece transcurrir con una lentitud desesperante y otros en que se nos escapa literalmente de las manos ¿Qué sucede en nuestro cerebro?

Por un lado tenemos un reloj interno  que nos informa, aproximadamente, de la hora del día en que nos encontramos. La respiración, temperatura corporal, el ritmo cardíaco… varían según los ritmos circadianos (del latín circa diem , un día aproximadamente); estímulos externos se encargan de dar cuerda a nuestros relojes internos. El más cotidiano es la luz. La percibimos a través del ojo y estimula al hipotálamo que comunica con la glándula pineal (el llamado tercer ojo, situado en la base del cuerpo calloso, conectado con la retina) y produce melatonina, hormona que contribuye a mantener la regularidad de nuestro ritmo. La cantidad de melatonina segregada varía con las estaciones (a más luz más actividad), induce el sueño a los animales diurnos y la actividad en los nocturnos.

Además de los relojes internos y de la influencia de nuestro tamaño, al hablar del tiempo usamos el lenguaje del espacio y del movimiento, la percepción del tiempo es esencial para estructurar nuestros movimientos. Primero un movimiento y a continuación otro, cuando hemos terminado el primero. El cerebelo controla los movimientos que hemos automatizado, pero las redes neuronales que controlan los movimientos no automatizados son muy complejas.

Junto con el reloj interno y el movimiento, la percepción del tiempo se encuentra muy ligada a la emoción que sentimos en cada momento ya que las respuestas automáticas son inseparables de los estados emocionales: el aumento del ritmo cardíaco y respiratorio ante un peligro, el nudo en la garganta antes de hablar en público…

La Neurosicología dice que al menos dos propiedades de los estímulos emocionales pueden modular la percepción del tiempo: la primera es la excitación que nos provocan (aumento del ritmo cardíaco)  que, presumiblemente, incrementan la consciencia del paso del tiempo, la segunda es la capacidad de los estímulos emocionales de captar nuestra atención de modo natural. La dopamina (neurotransmisor producido en el hipotálamo) modula los procesos de atención que se ubican en la corteza pre-frontal siendo ésta responsable de la regulación consciente de las emociones. Es importante porque solo cuando prestamos atención somos capaces de juzgar con exactitud la duración de un intervalo de tiempo. Los niños que padecen trastorno por déficit de atención con hiperactividad tienen problemas para estimar la duración de intervalos temporales.

Pero la capacidad de ser totalmente consciente de uno mismo se ha identificado como clave para la estimación del tiempo.

Nuestros recuerdos se acumulan curiosamente en ciertos periodos de la vida: se conoce como el pico de reminiscencia y se sitúa entre la segunda y la tercera década de nuestra vida.  Es adaptativo que así suceda, porque esa capacidad de almacenar recuerdos es imprescindible en nuestro aprendizaje para manejarnos en el mundo cuando somos jóvenes.

Sea como sea el proceso del tiempo, cada vez que sentimos que el tiempo vuela, podemos parar y escuchar el latido de nuestro corazón… nuestro tiempo no ha acabado, seguimos teniendo tiempo, que lo sepamos utilizar, ya es otra cuestión.

Carmen Fabre.

Información: Artículo de Carmen Agustín en REDES.
                          “El pulgar del Panda” Stephen Gay Gould.
                          “Douwe Draaisma”.
                       

lunes, 1 de octubre de 2012

HOMO SAPIENS , SAPIENS.







Porque sueño con los ojos abiertos, me emociono, pienso, analizo, miro, observo el cielo, la noche, el mar, las flores.


Porque me asombro con la mirada de un niño y de un anciano, porque escribo y hablo, leo y traduzco , construyo e ideo artilugios para poder realizar lo que solo con mi cuerpo no sería capaz…Por todo eso y porque recuerdo y tengo memoria soy un” Homo Sapiens Sapiens”.


Porque también soy capaz de componer música, de escribir sonetos maravillosos y de dibujar esquinas del mundo, de buscar incansablemente la solución curativa para múltiples enfermedades y, a la vez, me interesan las grandes preguntas como el sentido de mi existencia, la eternidad del espíritu, la diferencia entre alma e inteligencia, la posibilidad de un ser supremo o la divinidad de los neutrinos… Soy un “Homo Sapiens Sapiens .


Soy diferente al resto de las criaturas. Pienso y elaboro en ese pensamiento ideas que, a veces, se traducen en emociones  intensas e inquietantes, además añoro, echo de menos, sufro, recuerdo…. Tengo un equipaje lleno de vivencias archivadas desde que aparecí  en escena en “este punto azul pálido”.


Este es mi acervo genético; se ha convertido en una valija que  ha ido pasando de Homo a Homo a través de innumerables parejas que, en algún momento, hicieron el amor.


Seguramente hubo otros seres pensantes coexistiendo conmigo en los inicios, pero probablemente los aniquilaría porque en cuestión de territorio, de ocupación de cielos y mares, de amores, soy muy especial, tremendamente “espacial” y complicado.


Y todo ésto debido a esa especie de pudding de kilo y medio de proteínas, azúcares y grasa que es el cerebro, situado entre mis orejas.


CARMEN FABRE

viernes, 24 de agosto de 2012

EL SEXTO SENTIDO.



Mientras escribo esta entrada estoy recibiendo millones de datos informativos: El tacto delas yemas de mis dedos en las teclas del ordenador, el sonido del aire acondicionado, el picor de uno de mis ojos algo seco, la sensación de sed debida al calor o a la comida, el aroma del perfume de las flores que hay en mi mesa, el color de la portada de un libro… pero apenas soy capaz de procesar unas decenas de todos ellos. Entonces, ¿se pierde toda esta información? No.

Existe una parcela de la mente que almacena todo este bagaje de información, aparentemente inútil, lejos del pensamiento consciente y que la utilizaremos inconscientemente en algún momento: La intuición.

Según Tymothy D. Wilson ( Catedrático de Psicología de la Universidad de Virginia)la intuición es un lugar al que llama “inconsciente adaptativo” y que “se las arregla estupendamente para hacerse una composición de lugar de lo que nos rodea, advertirnos de los peligros, establecer metas e iniciar acciones de forma elaborada y eficaz”.

Otro concepto de Intuición nos lo da Gerd Gigerenzer, dice que es un proceso evaluativo que aparece rápidamente, de cuyas razones subyacentes no somos plenamente conscientes  y que es lo bastante fuerte para que actuemos en función de la misma.

Es fácil deducir que el pensamiento científico, basado en las leyes de la lógica y la razón, no siempre  lo ha visto claro, como es previsible. Hay una parte de la Psicología que califica a la intuición como un proceso poco de fiar, sobre todo por la inmediatez de la toma de decisiones basadas en ella.

En determinadas circunstancias tomamos mejores decisiones si tenemos en cuenta una buena razón en lugar de más. Estas decisiones instintivas basadas en una única razón son muy precisas sobre todo cuando hemos de predecir una situación actual desconocida, cuando es difícil prever el futuro o disponemos de poca información consciente. Surgen de las reglas generales que nuestro cerebro ha ido aprendiendo a lo largo de millones de años de evolución. Extraen un escaso número de datos de un entorno complejo e ignoran el resto.

Tenemos intuiciones sobre sobre cualquier situación, persona o circunstancia. Son tan fuertes que muchas veces nos impulsan a actuar por encima de toda lógica. Se utilizan determinadas facultades del cerebro en el proceso de generar decisiones instintivas. La memoria de reconocimiento ( cuando identificamos algo que hemos percibido anteriormente), el lenguaje, las emociones o una simple mirada o sonido o sensación táctil… nos ayudan a acelerar, como un catalizador químico, la toma de decisiones.

El conjunto que forman estas reglas generales con nuestras capacidades evolucionadas son las que nos distinguen, de momento, de la inteligencia artificial y sus decisiones basadas en cálculos algorítmicos.

Según Herbert A.Simons, pionero en investigar el proceso que nos lleva a tomar una decisión y Premio Nobel de Economía, la mayoría tomamos decisiones siguiendo impulsos emocionales  no totalmente racionales. Barry Schwartz desarrolló, basándose en ello, su teoría acerca de los “maximizadores y los satisfactores”, dos tipos de comportamiento  que tenemos los hombres ante la toma de decisiones.

Los maximizadores buscan el mejor resultado y para ello necesitan contemplar todas las opciones posibles. Los satisfactores se conforman con un resultado que satisfaga sus expectativas, para lograrlo no necesitan contemplar todas las opciones posibles. No son conformistas, cuando encuentran una que les sirve no continúan buscando.

En general los maximizadores suelen ser más “infelices” que los satisfactores. Los primeros se sienten insatisfechos con lo que tienen mientras que los segundos ven lo bueno de su elección y disfrutan de lo que tienen.

La intuición rebusca en el inconsciente para rápidamente juzgar y analizar situaciones y tomar decisiones en función de cada circunstancia. Es un proceso mental al alcance de todos pero hay quien sabe sacarle mayor rendimiento. Intuyen la persona idónea para un trabajo, quién ha cometido un delito o qué producto será un éxito, quién miente…

¿Se puede educar la intuición? Según Robin M. Hogarth, sí. Propone varias maneras , una de ellas consiste en aprender a reconocer las emociones y tratarlas como fuentes de información que contienen conocimientos que no podemos expresar con palabras. Esas emociones son, por ejemplo, las que nos hacen sentir incómodos cuando algo o alguien no nos gusta y no sabemos exactamente por qué.

Otra manera consiste en explorar las conexiones, es decir, la capacidad para percibir parecidos o semejanzas entre distintas situaciones y circunstancias con la idea de conseguir enfoques y conclusiones más interesantes e imaginativas.

Pero… la intuición nos puede llevar también por el lado de los prejuicios. A la hora de formarnos una idea, una opinión sobre una persona, el inconsciente puede desenfocar nuestra evaluación con prejuicios acerca de raza, sexo o religión.

Es cuestión de analizar nuestras intuiciones y evaluarlas. Fiarnos de ellas o no… ya es otra cuestión.

Un abrazo.

Fuentes: Pere Romanillos, “Educar la intuición. El desarrollo del sexto sentido” Robin M. Hogarth , ed. Paidós.